los cerebros en líquido amniótico parecían observarle aquella mañana desde sus polvorientos estantes, pese a la existencia ocluida hacía ya tanto por las Parcas. nunca en veinte años de laborioso trabajo había sentido esa sensación en el pecho, una mezcla de dolor y aburrimiento largamente ocultada. parecían examinarle, juzgarle y castigarle silenciosamente. querían la venganza que corresponde a los que ni siquiera en muerte pueden gozar el silencio.
se removían las vísceras de su interior en una mojiganga mortuoria que imponía sufrimientos silenciosos. no eran los sesos, era él el enfermo aquella mañana. por vez primera en veinte años sintió dolor por la potencialidad encerrada en cristal, por el aborto de posibilidad.
talveces ahogados.
sinsabor matutino.
quebró su alma cierta luz esperanzadora, susurrantes silencios informaron al doctor de su condena desabrida. y entre los cadavéricos sueños pudrió su mente la idea oscura del suicidio. escuchó las voces de ultratumba de todas las mentes que en sus desayunos engulló y de los que desde estantes polvorientos esperaban ser desayuno.
"sólo es un trabajo más. todos los trabajos tienen seguro sus cerebros susurrantes, sus dolores ocultos y su parte más oscura."
sentía la opresión peregrina en el pecho de cierta idea intrínseca y catártica, la sombra de la mala decisión le nublaba la mente y le hacía burbujas en el higadillo, sencillamente le anulaba la existencia. y no por los sesos porque qué más daban los cerebelos ajenos, qué más te dan a ti mis cerebros y más estos que ni siquiera existen sólo son desvaríos de un loco imaginario. lo que a nuestro hombre amedrenta es la sombra de la elección mal tomada, siente haberse equivocado terriblemente en su vida, la falta de impulso, de energía, de vida.
pero no joder, no te voy a suicidar, aunque no sepa cómo finalizar un texto que lleva ya meses en mi cabeza. vas a vivir doctor.
vas a vivir.
más que vivir vas a sufrir tu propia condena.
prepárate a agonizar largamente.
este sinsabor matutino te acompañará a partir de ésta, todas las mañanas de tu vida.
no por los sesos, sólo porque a mí me da la gana.
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