17/3/12

burocracia del paraíso

cuando un nuevo animalito llega a nuestra cueva, en busca de naturalidad libre, apocado por el monstruo gigante que la sociedad constituye, egocéntrico por capitalismos alienantes, ha de pasar tres simples pruebas.

la primera es simple y llana. debe el novato vaciar su cartera, tirar los billetes y monedas al arca de los tesoros (esto es la basura), y colocar su deneí y demás plásticos en el muro exterior, a dos horas y media de la cueva en el camino de tierra y piedra, carretera regional de tercera clase apenas transitada.
la segunda tampoco supone demasiadas complicaciones si el novato está preparado para liberar su alma. todos nos desnudamos y lo desnudamos a él, encendemos una hoguera en la entrada de la cueva y quemamos todas las ropas. elegimos uno por uno nuevos nombres, él será el último en renombrarse. entonces gritamos y cantamos alrededor de la hoguera, y corremos los bosques aullando y jugando. la manada se reinventa a sí misma con la entrada de cada nuevo miembro.
la tercera es en la que más novatos caen, pues nuestras enfermedades emocionales se reflejan donde más fuertes y consistentes en el amor, por ende en el sexo. se hace orgía en la primera noche a su llegada, sin protagonismos ni preferencias. los cuerpos se difuminan y entremezclan, todos somos la misma cosa, una masa amorfa de carne sexual. suenan cachetadas, besos y lametones; bufidos, aúllos y gemidos.

si el novato desespera y se rinde en cualquier momento del proceso, se mantienen en su honor los nuevos nombres, mas no se llora su fracaso.
si por contra se libera de sí mismo y supera, se festeja durante todo un ciclo lunar su llegada.

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