abierta queda la veda
de los cazadores nocturnos. abierto para todos el mercado de la carne. yo con
mi eterna cara de lelo, tan sólo observo la recíproca matanza de enseres
espirituales: las payasadas son el mejor arma para él, para ella las miradas
sutiles en danza entre la complicidad y el distanciamiento. prometo en vano que
no volveré a jugar vuestro juego, que no volveré a caer en el artefacto de
tonterías noche tras noche tan sólo para que te cuestiones superficialmente si
puede o no acontecer. y con miedo te alejarás otra vez, una vez tras otra de mí
y nuestra posible aventura.
sé que acabaré por
volver a bailar, en realidad me encanta el baile, aunque haya olvidado hace ya
tanto las sutilezas del cortejo, aunque a menudo sienta que no me interesan ya. ya sólo espero, entre aburrimientos y bolígrafos, una persona que ofrezca color
a este gris, diálogo a mi monólogo, salsa a mi plato insípido.
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