27/9/12

absurdo anecdotario 3

el día en que las pesas de pene pasaron a formar parte de la larga lista de deporte olímpicos, una horda de cristianos y neo-conservadores tomó indignadísima las calles. inevitablemente la competición fue televisada, consiguiendo las máximas de audiencia desde el lanzamiento del Apolo 11.resulta terriblemente paradójico y sospechoso que el oro lo ganase un sacerdote inglés de seis centímetros de aparato amoratado. batió el récord batiendo su polla.
"no entiendo a la gente que nos odia", comentaba el adolescente español con el bochornoso bronce. "es un deporte muy completo, apto para la mayoría de los hombres... es una mezcla de fuerza y resistencia física, mental y, por supuesto, sicológica; conseguir la erección con tanta mirada encima no es tarea fácil... requiere también un trabajo duro con la imaginación, que acaba suponiendo conocerse mucho... además mejora notablemente las experiencias sexuales del deportista... debería ser enseñado en toda escuela y jugado en cada parque... no me cansaré de agradecer a mi entrenador su confianza en mis posibilidades y mis erecciones, él me mostró mi vocación cuando apenas era un moco de chaval, a los siete, en aquel confesionario..."
el vencedor es aquel que llega a la erección completa y resistente -como mínimo debe durar esta un minuto- con un pequeño peso proporcional al tamaño del pene colgando del glande -no está permitido el contacto físico, el tamaño del peso está definido en el reglamento del obispo Francesco de 1807- no hay edad límite ni categorías.

"lo único malo de este deporte es el endurecimiento de la próstata y la gran presión sicológica a la que nos vemos sometidos." confiesa el estudiante granudo.

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